LA IMPORTANCIA DEL AMOR CONYUGAL EN LA FAMILIA

Tuesday, November 28, 2006

LA IMPORTANCIA DEL AMOR CONYUGAL EN LA FAMILIA


LA IMPORTANCIA DEL AMOR CONYUGAL EN LA FAMILIA

Toda familia comienza con el amor fiel y sincero de una pareja...
que quieren lograr un verdadero éxtasis de AMOR CONYUGAL



Todos sin excepción creemos en el amor. Para las personas creyentes, el amor se origina en Dios. Es bien conocido de todos los cristianos el pasaje de 1 Juan 4:7-8 que nos dice que: "Dios es amor".

Dado que la vida misma surge del amor, tenemos que reconocer que la relación verdadera de amor entre un hombre y una mujer es una bendición y un don que Dios nos otorga, un don que debe ser apreciado y ensalzado como un valor supremo. La expresión de ese amor a través del acto conyugal debería tener una dimensión mística y sagrada, ya que es la unión íntima entre el marido y la esposa con Dios para disfrutar y expresar el amor eterno que El originalmente diseñó.

Por lo tanto, en la búsqueda de una pareja estable y feliz que nos conduzca al establecimiento de verdaderas familias y finalmente a la paz en el mundo, es necesario establecer un compromiso con un principio imprescindible: Las relaciones sexuales, como la expresión de un amor verdadero y eterno, deben de realizarse única y exclusivamente dentro del matrimonio.

Originalmente, el acto del amor debería ser lo más precioso, hermoso y santo en la vida. Pero, sin embargo, es paradójico y muy significativo descubrir el hecho de que constantemente durante toda la historia humana, los órganos sexuales y el acto del amor hayan sido vistos como algo sucio y vergonzoso. También es sintomático que la mayoría de los idiomas usen frecuentemente el lenguaje más obsceno y vulgar para describir los órganos sexuales y el acto del amor.

El adulterio es la más grande traición imaginable contra el compromiso del amor conyugal, y sin embargo, ese problema, desafortunadamente lo vemos repetido, en todos los ámbitos y culturas a través del tiempo, así como la prostitución, que reduce la sexualidad a una mera mercancía. Los incestos, los abortos, las violaciones y toda clase de perversiones sexuales que se realizan a través de los órganos del amor, invadieron y contaminaron la vida de los hombres en todas las razas, culturas y religiones a través de toda la historia humana pasada y presente. Estas son pruebas evidentes de que existe algo terriblemente equivocado y desviado en la conducta humana, en relación al amor y su expresión sexual.

Por eso en la Federación de Familias para la Paz y la Unificación Mundial consideramos con mucha seriedad la interpretación de algunos Padres de la Iglesia Cristiana y rabinos judíos que ya intuyeron en el pasado, lo que ahora nos confirma el reverendo Moon con su descubrimiento, de que la "caída" o "pecado original" que ocurrió en los mismos albores de la historia humana, y que desvió y separó del ideal divino a nuestros antepasados originales, tuvo que ver precisamente con el "amor" y más concretamente con el amor conyugal. Ese "amor conyugal" nunca llegó a ser esa experiencia mística, sagrada y divina, ese encuentro simultaneo con Dios y con el amado, como estaba supuesta a ser. Desafortunadamente se transformó o convirtió en un pobre substituto o imitación de lo que realmente debería de realizarse, específicamente, la comunión entre el marido, la esposa y Dios; la experiencia suprema que sería más poderosa, excelsa y sublime que la oración o cualquier otra actividad espiritual o religiosa.
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El impulso del amor sexual es la fuerza interior más poderosa. Si no somos capaces de controlarla, conquistarla y usarla en la dirección correcta, entonces será esa fuerza la que nos conquistará a nosotros. Esta es la razón por la que ha sido tan difícil para los hombres superar el deseo por el amor ilícito. Todas las grandes religiones en la historia han tratado de superar dicho problema y por eso han puesto al adulterio y la fornicación entre los más grandes pecados. Incluso en muchos casos, han propugnado y defendido una vida de celibato como medio de purificación y acercamiento a la dimensión más alta del amor de Dios. Haciendo de esta forma una clara distinción entre el amor original divino y celestial que aspiraban alcanzar y el nivel degradado y corrompido del amor mundano existente.

¿Está Dios presente en las relaciones sexuales de cada pareja? ¿Qué relaciones son las que Dios santifica y bendice, y cuáles no? ¿Está El presente automáticamente o sólo si existe un verdadero amor en la pareja? O, ¿viene Dios sólo si se le invita? Y ¿en qué medida Dios participa?

Estas son preguntas cruciales que cada uno debería de hacerse y que debería saber responder con confianza antes de entregarse a una relación intima con su pareja.

La vocación genuina que ciertas personas sienten por una vida de celibato en algunas tradiciones religiosas, creo que se relaciona con dichas preguntas. De algún modo, quienes sienten ese llamado a una vida de renuncia, creo que intuitivamente reconocen que no están todavía preparadas para establecer un matrimonio divino o sagrado. Un matrimonio en el que Dios se fundiría con ambos: el marido y la esposa en una unión mística e íntima. Por ello asumir de forma genuina unos votos de castidad representa una motivación muy noble, llena de significado y al mismo tiempo admirable. Aunque en otras ocasiones, también percibieron que el acto sexual era algo impuro o degradado, aunque necesario para la procreación de la especie.

Por estas y otras razones, el celibato y la virginidad consagrada (como los religiosos católicos la llaman) era preferible al matrimonio sólo cuando los llamados a esta renuncia se consagraban a sí mismos totalmente al servicio de Dios y buscaban la unión mística primero con Él. Se pensaba que el corazón de las personas casadas permanecería más o menos "dividido" entre el amor de Dios y el amor al cónyuge. De algún modo no pudieron, o no se arriesgaron a unir ambos amores en una misma dimensión.

Es un hecho muy significativo que desde los años sesenta más de 100.000 sacerdotes católicos (uno de cada cuatro) dejaron sus hábitos para casarse. Todos ellos, estoy seguro, entienden muy bien éste dilema. Creo que agonizaron antes de tomar su decisión, y reflexionaron profundamente cómo justificar, armonizar y fundir en uno el amor a Dios, al cónyuge y a su vocación. La victoria y el éxito en esa búsqueda será la clave para la restauración y recuperación de ese reino de felicidad en el amor permanente que el Creador planeó para cada pareja y familia desde la creación del mundo, y que cada persona desea en su ser más interior. En otras palabras, recuperar esos dones preternaturales y esa gracia que nos permitirá reconstruir de nuevo el Paraíso terrenal perdido.

La virginidad consagrada y el celibato permanente como camino de perfección, ha sido una práctica común en el cristianismo y otras religiones hasta ahora a causa de que el amor conyugal necesitaba ser restablecido al nivel que Dios quería ver originalmente, de no haber ocurrido la degradación humana debido al pecado. Cuando eso ocurra se terminará la necesidad del celibato consagrado.

¿Con quien finalmente vamos a experimentar y compartir la intimidad de nuestro ser día a día en un eterno para siempre? Obviamente dicha persona será nuestro esposo o esposa y por supuesto esa unión incluye el espíritu de Dios que se fundirá con cada pareja en el disfrute de ese matrimonio y amor sexual bendecido. A pesar de nuestro amor, gratitud y admiración por Jesucristo u otros hombres y mujeres extraordinarios, ellos no son las personas con quienes de acuerdo con el propósito original de la creación estamos destinados a fundirnos y llegar a ser dos en una sola carne. Debido a que Dios no tiene un cuerpo ni brazos para abrazarnos y al igual que nuestra mente es invisible e intangible, tanto aquí como en el Mundo Espiritual, será nuestro esposo o esposa quien se convertirá finalmente en el rostro de Dios y sus abrazos y su amor serán la expresión tangible y substancial del abrazo y el amor de Dios.

Después de 26 años de analizar este problema, he llegado a la conclusión de que el día que todas las personas comprendan, ya desde su adolescencia, el valor fundamental, sagrado y maravilloso del amor, y puedan por su propia decisión libre, en forma natural y voluntaria mantener su virginidad y pureza hasta el día de su matrimonio, y luego guardar una fidelidad permanente a su pareja, ese día, existirá una firme y concreta esperanza de poder resolver gradualmente todos los otros incontables problemas humanos, ya que este problema del mal uso del amor, como el agujero en la taza, es el problema fundamental y el más difícil de resolver.

Personalmente, he hecho una promesa a Dios y he asumido el compromiso de dedicar mí vida, tanto en este mundo como en el próximo, para contribuir a esta gloriosa meta, porque me he dado cuenta del valor místico y sagrado que tiene el verdadero amor entre marido y esposa en unión con Dios, así como también de la tragedia que supone la destrucción o contaminación de dicho amor. Esta clase de tragedia continúa ocurriendo día a día en este mundo y es así como desafortunadamente nos separamos del ideal divino, matamos el amor, y dañamos la relación con Dios en nosotros mismos.

Nuestro destino natural y evidente será poder experimentar el "Verdadero Éxtasis del Amor Divino" que se caracteriza por una paz extrema, tranquilidad, serenidad y una alegría radiante. La pareja experimenta un estado dichoso, libre de tensiones, una trascendencia del ego y un sentimiento absoluto de unidad con la naturaleza, con el orden cósmico, y con Dios. Es característica de esta condición una comprensión intuitiva y profunda de la existencia, así como un diluvio de múltiples visiones específicas de relevancia cósmica. Sabemos que ese éxtasis se deriva del Amor, y que el Amor se expresa en la pareja como energía sexual transformada. Para comprender esta verdad fundamental del amor, debemos aceptar el aspecto divino y sagrado de la sexualidad primero, y debemos aprender a rendirle culto a través de los sentidos. La aceptación total y el dominio de todas las energías naturales lleva a la experiencia más sublime.

La pareja siente una ola de energía que los envuelve. A medida que esa intensa ola los baña de beatitud y gloria, sienten una fusión completa el uno con el otro, un estado de unidad total. No es sólo un momento de placer físico; es un intenso sentimiento de conexión profunda, amorosa con el otro, donde los contrarios dejan de existir, y las energías masculinas y femeninas que se originan en Dios fluyen juntas en armonía completa.

Debemos estar abiertos a la noción de que el cuerpo es algo más que el tacto y no se detiene en la piel. La respuesta sexual es un todo un proceso -- una unión de mente, cuerpo, y alma -- y la conexión que sentimos cuando dicho proceso se da por completo es una experiencia que expande la mente y el cuerpo en una explosión de creatividad y belleza que nos abre el corazón.

La primera noche cuando se comparte el primer amor, el momento cuando marido y esposa se funden juntos en total unidad a través de un amor completo físico y espiritual, cuando íntimamente se ensamblan en armonía total, ése es el lugar y el momento donde se cumple con el propósito entero de la creación. Ese es el punto de comienzo de la felicidad verdadera, lo que supone la bendición más increíble.

Ese no sólo es el momento cumbre de consumación para hombre y mujer, sino que es el punto culminante de consumación también para Dios. La imagen entera invisible de Dios se completa en ese instante. El mundo espiritual y el mundo físico, el Creador y lo creado, todo llega a ser uno en ese momento. Es ahí donde se manifiesta la alegría de la creación. Ese es el comienzo de la felicidad y la esperanza y por eso debemos restaurar y lograr ese ideal. Esa es la vida que Dios concibió para cada hombre y mujer aquí en la tierra y en el mundo espiritual eterno.

El estímulo y realización definitivos de los hombres y las mujeres son los del amor verdadero, no existe nada mejor. Es como el ancla de la vida. Cuando el amor de marido y esposa se consuma en este nivel tan sagrado, Dios está viviendo con ellos en todo momento. Una vez anclados en el corazón de Dios, el marido y la mujer pueden sentirse satisfechos y realizados para siempre.


El AMOR es todo lo que existe, siempre existió, y siempre existirá...

Es necesario recordar las palabras del reverendo Moon en la inauguración de la Federación de Familias para la Paz Mundial, el 1 de agosto de 1996, que en forma clara y directa expresaba:

"El dueño original de nuestros órganos sexuales es Dios... Confírmense mutuamente como esposos que sus órganos sexuales son absolutos, únicos, incambiables y eternos. Proclamen que lo suyo es realmente de su cónyuge, y lo que su cónyuge ha protegido tan bien hasta ahora, es realmente de ustedes. Júrense que vivirán con gratitud y en servicio eterno hacia su cónyuge. En tales familias, Dios morará eternamente y, centrada en dichas familias, una nueva gran familia mundial comenzará a consolidarse...

Deseo que vivan en castidad enfocados en el órgano sexual absolutamente puro, el órgano sexual único, el órgano sexual incambiable y el órgano sexual eterno, y que lo utilicen como fundamento para encontrarse con Dios. Este fundamento debe ser la base del amor, de la vida, del linaje y de la conciencia y es precisamente aquí donde nacerá el Reino de los Cielos en la tierra y en el mundo espiritual..."

Por tanto, hagamos las cosas como Dios manda y vayamos juntos como parejas bendecidas:


... más allá del sexo, a la Fidelidad Sexual Absoluta como el estilo de vida...

... más allá del mero placer sexual al despertar espiritual y la iluminación;
... más allá de las técnicas eróticas a la emoción del Amor Divino en el éxtasis del amor conyugal;
... más allá de una buena actuación sexual a la confianza y la intimidad total del compromiso;
... más allá de una simple relación a la profunda intimidad del amor mutuo;
... más allá de la mera "fricción corporal" a la sublime energía sexual;
... más allá del ego al encuentro del verdadero yo, el yo supremo y cósmico - Dios;
... más allá del miedo y la vergüenza a la inocencia y la celebración;
... más allá de ser sólo amantes a ser los compañeros de Dios;
... más allá del descargo de tensión a la pasión ardiente y renovadora;
... más allá del aburrimiento a la excitación, el misterio, la sorpresa;
... más allá del uso y el abuso sexual a la curación y la plenitud sexual;
... más allá de vivir en el pasado o el futuro a vivir totalmente en el ahora y el momento;
... más allá del enamorarse a crear y mantener el amor;
... más allá del deseo a la satisfacción;
... más allá de la charla a la acción;
... más allá del pensamiento a la intuición;
... más allá de las palabras al "saber, conocer y experimentar";
... más allá de la soledad a la conexión divina;
... más allá de la separación a la unidad mística de cuerpo, mente, corazón y alma en pareja con Dios.
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Finalmente, al comprender y sentir estas verdades, necesitamos comprometernos a:
  • Respetar al hombre y la mujer como representantes de los dos aspectos de Dios y el universo, incompletos el uno sin el otro, quienes experimentan el amor y la felicidad suprema a través de su relación armoniosa.
  • Exaltar la dimensión sagrada de la sexualidad humana, debido a su poder de celebrar el amor eterno, crear vida eterna y perpetuar el linaje eterno.
  • Honrar los órganos sexuales, que representan nuestro centro físico y espiritual del amor, manteniendo la pureza sexual antes del matrimonio y la fidelidad sexual absoluta dentro del matrimonio.

Este compromiso personal tiene como fin principal fomentar la revitalización moral de la sociedad, incidiendo especialmente en exaltar el valor de la fidelidad en el ámbito conyugal, y la pureza, o abstinencia sexual, en las relaciones humanas hasta la constitución de la pareja.

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Aquellas familias que por un período de tres generaciones mantengan con éxito la abstinencia y pureza sexual hasta la constitución de la pareja así como la fidelidad sexual absoluta en sus matrimonios, dichas familias serán reconocidas por éste logro tan valioso y recibirán el honor y la gloria de ser una VERDADERA FAMILIA DE PUREZA Y FIDELIDAD que será motivo de un gran prestigio, dignidad y honra, no sólo para esas familias sino también para su comunidad y su país. Los nombres de esas familias serán reconocidos y apreciados por todos.

Jesus Gonzalez Losada
Email: jegonzal2001@yahoo.es

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About Me

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Autor y educador español (1952 - ) felizmente casado con Teresa Chávez, dos hijos varones. Datos biográficos en: http://jesus-gonzalez-losada.blogspot.com/ - Magíster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra. - Director en Uruguay de la Fundación Educativa para la Paz - Autor de varios libros y ensayos publicados en distintos medios